Julia da Mota
Julia da Mota desarrolla una obra muy íntima que surge de la relación de la artista con su realidad más inmediata. Deudora de la tradición abstracta geométrica y minimalista occidental de mediados del siglo anterior en adelante, la obra de da Mota desafía la idea de que el arte no objetivo ha de ser necesariamente frío y distante. En su caso nos encontramos exactamente con lo opuesto —un trabajo de claro signo formal que surge esencialmente de lo afectivo y experiencial. Centrada especialmente en pintura y acuarela, su obra transmite cercanía, un interés por el espacio y una predisposición hacía la simetría que de alguna forma nos reconforta entre tanto caos. Los cromatismos cálidos fluyen en forma de transiciones muy controladas y las veladuras tan aguadas parecen desaparecer ante nuestros ojos —detrás de esta estética tan amable, sin embargo, se esconden referencias a una realidad algo más dura como puede ser la arquitectura Brutalista de Sao Paulo, ciudad donde la artista reside. La pintura de Julia da Mota es el resultado de una forma de trabajar pausada y reflexiva, algo que ciertamente transmite en todas sus piezas.